Fui por primera vez a Cehegín en el año 1992. Desde aquella tarde de inverno que me asome desde la balconada de la plaza de la Constitución las calles, las casas, los tejados... se quedaron en mi recuerdo.


Nadie podría imaginar que al paso de una calle con casas y comercios, como tantas otras en tantos pueblos, pueda hallarse uno de los lugares más espléndidos de la Región.


Y lo recorres si prisas, observando (casi sin creerlo) que las gentes de Cehegín viven en su casco antiguo.


Y te dejas llevar por esa mezcla entre lo árabe y lo medieval si poder dejar de mirar las fachadas, los balcones, los ventanales, los escudos, la iglesia, el ayuntamiento...


Y sin querer ya estas dentro de alguna taberna y te mezclas con su gente, saboreas su vino, la especialidad de la casa...

En las casas de Cehegín te dan ganas de entrar, de llamar a la puerta.

Algunas veces he tenido la tentación (se que nada original) de comprar una de esas viejas casas de Cehegín, como el que adquiere casa en la playa.

Me he imaginado en las frías tardes de invierno leyendo junto al fuego, charlando con los amigos...

De momento mi verdadera contribución a ese proyecto de recuperación del casco viejo, es no dejar de repetir a quien quiera escucharlo, que merece la pena vivir vuestras calles, plazas y fiestas. Desde entonces varias veces al año, como terapia necesaria, volvemos a Cehegín.


Ana Izquierdo. Periodista