Jueves Santo estuvimos en Cartagena.
Impresionante muestra de amor y fe, sentimiento cristiano y severo respeto en la última procesión de los cofrades californios en la procesión del Silencio y Santísimo Cristo de los Mineros. En el interior de la iglesia y antes de la salida de la procesión es leído el Reglamento que ha de regir la misma. La oscuridad total y el silencio se apoderan de las calles de la ciudad, el tintineo del golpeo de los cristales de los hachotes es el único ritmo que marca el paso penitencial, acompañado de saetas que salen de las gargantas henchidas de sentimiento popular acompañan el paso, imponente, del Ecce Homo. La Santísima Virgen de la Esperanza es despedida ante la puerta de Santa María, poniéndole excepcionalmente broche de oro, con la última salve popular de los de la hermandad encarnada.


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